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¿Puede la polinosis ser el origen de una alergia grave? ¿Es posible saberlo?

La polinosis, o alergia al polen, es una enfermedad frecuente que se manifiesta normalmente con síntomas nasales. Aunque la rinitis es una dolencia banal, puede alterar significativamente la calidad de vida y, además, a menudo se asocia a conjuntivitis y asma, lo que mermaría más el bienestar del paciente.                                         

¿Afecta la alergia al polen sólo al sistema respiratorio?

La polinosis puede afectar también a órganos como la piel o el aparato digestivo, y, además, constituye un factor de riesgo para desarrollar alergia a alimentos vegetales. En estos casos, un individuo puede además estar sensibilizado a varios alimentos, lo que implicaría restricciones dietéticas engorrosas y mayor riesgo de reacciones graves, lo que supondría un inconveniente añadido para el disfrute de una vida normal.

¿Qué moléculas del polen causan esta alergia alimentaria?

Las moléculas de los pólenes que causan polinosis están constituidas por proteínas. Estas proteínas están también presentes en alimentos vegetales y se denominan panalérgenos. Cuando un individuo se sensibiliza a un panalérgeno al respirar el polen ambiental, podría desarrollar -con el tiempo- una alergia alimentaria, ya que el anticuerpo responsable de la alergia respiratoria, dirigido contra la proteína del polen, podría reaccionar también con proteínas similares presentes en los alimentos. Este fenómeno -denominado reacción o alergia cruzada– sería responsable de esta asociación peculiar entre polinosis y alergia alimentaria, conocida como síndrome polen-frutas, y puede originar también reacciones cruzadas entre alimentos diferentes.      

Estas moléculas pueden ser proteínas estructurales o proteínas de defensa de las plantas, siendo los panalérgenos más importantes las profilinas y las proteínas transportadoras de lípidos (LTP), y, con menor relevancia, las proteínas de defensa PR-10, especialmente en el norte de España, donde abundan los abedules, castaños o robles.

La profilina es una proteína del esqueleto de las plantas que está presente en todos los pólenes y alimentos vegetales. Es -como las PR-10- un alérgeno lábil que puede desnaturalizarse, perdiendo su poder alergénico, por el calor, procedimientos culinarios o enzimas digestivas.

Las LTP son proteínas de defensa abundantes en pólenes y alimentos vegetales en los países mediterráneos.Desde el punto de vista alergénico, es un panalérgeno compartido por pólenes y alimentos vegetales, localizándose especialmente en la piel. Son proteínas resistentes a la digestión y al calor, por lo que causan alergia incluso los alimentos procesados o cocinados y pueden provocar reacciones sistémicas graves, siendo la causa principal de alergia y anafilaxia por alimentos (síndrome LTP) en adultos.

¿Cuáles son los alimentos responsables de estas alergias?

Los vegetales implicados varían en función de la localización geográfica, por la diferente exposición polínica (los pólenes determinan a que proteínas se sensibilizan los pacientes) y las costumbres alimenticias.

Los alimentos más importantes en los pacientes sensibilizados a profilina son: melón, sandia, calabacín, pepino, tomate, cítricos, piña y plátano, en los alérgicos a PR-10: frutas rosáceas (manzana, cereza, ciruela, etc.), kiwi, avellana, soja, apio, zanahoria, y en los alérgicos a LTP: melocotón y otras rosáceas, frutos secos, kiwi, uva, mostaza, lechuga, tomate, trigo, judía verde, cereales, espárrago, etc.

¿Pueden intervenir otros factores en el desencadenamiento de estas reacciones?

En ocasiones, especialmente en alérgicos a LTP, ciertos factores como el ejercicio físico, el alcohol, los antinflamatorios o la menstruación pueden actuar como cofactores y ser esenciales en el desencadenamiento de la reacción alérgica. Así, un paciente podría tolerar un alimento al que esté sensibilizado en condiciones de reposo, y si lo ingiriera antes de practicar un deporte podría sufrir una reacción alérgica grave (anafilaxia inducida por el ejercicio).

¿Cuál es su sintomatología?

Los pacientes alérgicos a profilina suelen sufrir -habitualmente al comer frutas o verduras crudas- síntomas leves de alergia oral (SAO), especialmente picor en la boca, garganta u oídos, al igual que los alérgicos a PR-10, aunque algunos podrían sufrir reacciones graves (angioedema).

Las LPT pueden desencadenar reacciones locales leve-moderadas a nivel de la orofaringe (SAO), tracto gastrointestinal (vómitos, dolor abdominal, diarrea, etc.) en la piel (urticaria de contacto), o generales graves, como angioedema glótico y shock anafiláctico.

 ¿Cómo puede diagnosticarse?

La historia clínica es la base esencial para un diagnóstico correcto. Para confirmarlo, se realizarán pruebas cutáneas con reactivos comerciales o con el alimento natural sospechoso, análisis de laboratorio para la detección de inmunoglobulina E y, en ocasiones, pruebas de exposición controlada con el alimento.  

¿Cómo debe actuarse en estos casos y cuál es el tratamiento?

Es importante conocer el panalérgeno responsable de la alergia alimentaria para indicar al paciente la dieta que deberá realizar para la prevención de futuras reacciones.  

Los alérgicos a profilina y a PR-10 pueden tolerar los alimentos cocinados o procesados (compotas, almíbares, zumos, etc.), ya que raramente ocasionan síntomas o reacciones generalizadas, aconsejándose tomar las frutas y verduras más problemáticas de esta manera.

En los alérgicos a LTP el tratamiento principal es la dieta de evitación. En casos de alergia leve-moderada, podría probarse tolerancia de la fruta de distintas formas (zumo, almíbar…), siendo aconsejable comer las frutas peladas. Si a pesar de ello persisten síntomas deberá evitarse la fruta y limitar el consumo de productos elaborados ya que pueden estar ocultas en alimentos como: zumos, mermeladas, postres lácteos, chucherías, gelatinas, helados, tartas, chocolates y licores.

En caso de anafilaxia inducida por el ejercicio físico, se recomienda evitar la ingesta de alimentos (especialmente frutos secos, frutas y verduras) al menos 2-3 horas antes y hasta media hora después del ejercicio, y se deberá tener precaución con otros cofactores que puede facilitar el desencadenamiento de la reacción.

El tratamiento de la reacción aguda es como el de otras alergias: antihistamínicos, corticoides y adrenalina. Es aconsejable -especialmente en alérgicos a LTP con anafilaxia- llevar siempre la medicación.

En casos graves o con alergias múltiples pueden precisarse tratamientos especiales, como Omalizumab o inmunoterapia con LTP, con el propósito de atenuar las reacciones y mejorar la tolerancia alimentaria.  

Aunque la sensibilización a panalérgenos no necesariamente implica reactividad o síntomas clínicos, actualmente es posible saber si un paciente polínico está sensibilizado a estas proteínas, lo que permitiría prever -con el fin de adoptar las medidas preventivas oportunas- la posibilidad de desencadenamiento de una alergia alimentaria, su gravedad y la posible alergia cruzada con otros alimentos.

Dr. Manuel de Barrio

Alergólogo de la clínica UECA, del Hospital Santa Elena, Clínica Aruramed (Madrid) y de la Clínica Valdavia (Alcobendas).

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