Fumar en el coche a debate: los médicos quieren que se prohíba
Tres sociedades médicas (Semergen, Separ y SEMT) han pedido a la DGT que se prohíba fumar en el interior de los vehículos, sea quien sea el fumador (aunque especialmente el conductor) y los ocupantes (los precedentes actuales sólo lo contemplan cuando se viaja con niños).
Los motivos esgrimidos son varios (los efectos perjudiciales, las distracciones que ocasiona…), y todos ellos parecen tener la suficiente base como para que se legisle en esa dirección.
Pero cualquier cosa que tenga que ver con el tabaco siempre va rodeado de polémica. Al tratarse de un consumo que a pesar de sus evidentes efectos dañinos, se permite e incluso se fomenta por los enormes beneficios que da a la industria y al estado. De hecho, ya el año pasado surgió a raíz de una encuesta lanzada con motivo de la XIX Semana Sin Humo. El resultado: división de opiniones casi a partes iguales. Como casi siempre, las voces en contra vienen desde la comunidad médica (a la postre, la más cualificada para hablar sobre el tema).
Por otro lado, las voces a favor nos llegarán siempre de los consumidores más convencidos, que se amparan en su derecho de hacer lo que les plazca en el interior de una propiedad suya. Y no les falta parte de razón. Sin embargo, no deben olvidar que un coche no es una vivienda, y aunque es una propiedad particular, no deja de ser un tonelada de hierros que circula a –como poco– a decenas de kilómetros por hora por un espacio público. Es este hecho, precisamente, en el que se apoyan los detractores del tabaco a bordo. Veamos qué argumentos esgrimen.
Fumar distrae al conductor
Fumar, como tal, no está prohibido en nuestra normativa de tráfico, a pesar de que constituye uno de los diez factores de riesgo que más afectan a la atención durante la conducción.
Sin embargo, aunque la normativa no sancione directamente el hecho de fumar, sí contempla la posibilidad de que las autoridades sancionen a un conductor fumador si considera que ello le impide cumplir con sus obligaciones. Estas obligaciones están recogidas principalmente en el artículo 18.1 del Reglamento General de Circulación y son la base por la que otras acciones como beber, maquillarse o llevar el torso desnudo puedan ser sancionadas por los agentes:
El conductor de un vehículo está obligado a mantener su propia libertad de movimientos, el campo necesario de visión y la atención permanente a la conducción, que garanticen su propia seguridad, la del resto de los ocupantes del vehículo y la de los demás usuarios de la vía.
No es una afirmación sin fundamento. Encender un cigarrillo nos impide coger el volante con seguridad durante más de 4 segundos, tiempo en el que a 100 kilómetros por hora se pueden llegar a recorrer más de 110 metros sin capacidad suficiente de reacción. Además, cuando bajas la vista durante unas centésimas de segundo para buscar un paquete o encenderte el cigarrillo, puedes recorrer decenas de kilómetros casi a ciegas, sin percibir el 40% de las señales de tráfico y de las circunstancias de las carretera. No en vano, las distracciones al volante son la principal causa de mortalidad en carretera, causando el 30% de los accidentes de tráfico graves o mortales.
Con todos estos datos y argumentos en las manos, no es de extrañar que cada vez sean más las voces que hablan sobre la conveniencia de prohibir fumar al volante, como otras cosas que ya son sancionables o están directamente prohibidas en el Código de Circulación.
El tabaco es malo para la salud de los ocupantes del vehículo
Que el tabaco es nefasto para la salud es algo que ya nadie niega. Como tampoco ya nadie niega los efectos perjudiciales del humo del tabaco en los llamados fumadores pasivos. Algunas fuentes médicas aseguran que el humo que desprenden los cigarrillos y que aspiran estas terceras personas contiene tres veces más alquitrán y nicotina y cinco veces más monóxido de carbono que el humo que aspira el fumador a través del filtro. A la postre, una hora de aspirar humo como fumador pasivo equivale a fumar tres cigarrillos como fumador.
La cosa se agrava cuando la situación se produce en un coche con pasajeros. En el interior de un espacio pequeño mal ventilado como el habitáculo de un automóvil, los fumadores pasivos están expuestos a una concentración de humo treinta veces superior a las de la habitación de un hogar.
Las autoridades sanitarias hacen hincapié en la especial vulnerabilidad de los niños, pues su sistema pulmonar está por desarrollar y la exposición al humo del tabaco puede producirles cuadros catarrales, problemas bronquiales y futuras patologías pulmonares.
Como consecuencia, en países como Inglaterra, Francia o Australia y algunos estados de EE. UU. ya han prohibido el consumo de tabaco (por parte de cualquier ocupante) en vehículos privados en presencia de menores. Aquí en España, Cataluña y País Vasco (que tienen transferidas las competencias de tráfico) han tenido propuestas similares, pero aún sin resolver.
Sea como fuere, sea por sus efectos nocivos como por las situaciones de riesgo que puede causar al volante, lo cierto es que los malos humos en el coche parecen tener los días contados.