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Coronavirus

Albert Einstein (Teoría de la Relatividad), consideró que el Universo no tenía un inicio, que era infinito en el espacio y el tiempo. Sin embargo, Edwin Hubble (1.889-1953), dice que el Universo tuvo un comienzo, una vida y una muerte como todo ser vivo y que todo es cuestión de tiempo.

Con la Teoría del Big Bang, “el gran estallido”, comúnmente aceptada; el Universo nació desde un pequeño punto de densidad y temperaturas elevadísimas hasta llegar al momento actual.

Este comienzo se calcula que fue hace más de quince millones de años y que la edad de nuestro planeta Tierra es de cuatro mil seiscientos millones de años.

Es posible que los virus convivan con nosotros millones de años, aunque algunos científicos no los consideran como seres vivos y sí como moléculas de ácido desoxirribonucleico (ADN) o, ácido ribonucleico (ARN), envueltos en una glicoproteína en donde se ha identificado la proteína S.

Aleksandr Ivanovich (1.8941.980) publicó el libro “Origen de la Vida”. Narra que desde el comienzo de la Tierra; algunos compuestos orgánicos, los aminoácidos se habrían formado cuando solo había metano, amonio y nitrógeno que estarían en los océanos primitivos sometidos a movimientos constantes de la luz ultravioleta del sol y corrientes eléctricas de las erupciones volcánicas; con lo que replicaron y evolucionaron como el ADN, ARN y proteínas.

El ADN contiene información genética y el ARN traduce esa información para formar proteínas que contienen una actividad enzimática para que ADN y ARN se copien a sí mismos y se auto repliquen.

Estos organismos vivos no sólo tienen una actividad patogénica y van a causar epidemias (la enfermedad se propaga durante un tiempo por un país y afecta al mismo número de personas) y pandemias como la actual (más países y afecta a una mayoría de personas de esos países); también cumplen una misión importante en los primeros estadios del desarrollo del embrión y de la placenta de la embarazada.

Un médico sin anatomía es como un arquitecto sin un plano

 

Nuestra genética

Un ocho por ciento de nuestro ADN proviene del virus que infectaron a nuestros ancestros primitivos e introdujeron genes (partículas en los cromosomas de nuestras células que determinan caracteres hereditarios) y en su genoma (cromosomas de una célula).

152 genes de origen Neandertal han sido localizados en cráneos de los neandertales que son los que ayudan a generar nuestra inmunidad y nos defienden de infecciones. Los neandertales desaparecieron de la Tierra entre veinticuatro y treinta mil años y así lo describe la revista científica Nature, el 24 de abril de 2017 en su artículo “Comportamiento de los neandertales y enfermedades infecciosas de ADN encontrado en el sarro de los neandertales”; confirma lo anteriormente dicho.

En 1.992, en Bradford (Inglaterra), en un brote de neumonía se encuentra una bacteria cocoide Gran Positiva de 400 nanómetros; si una bacteria suele tener 1.000 nanómetros – 1 micra o micrómetro y una bacteria puede medir 500 nanómetros, este virus gigante se le llamó Mimivirus que podía ser más antiguo que las bacterias y como describe Carl Woesse (1.928-2.012), tenía un ARN Ribosónico , que ayudaría a saber la evolución de los seres vivos y daría luz a la transmisión de enfermedades infecciosas entre animales y las transmitidas de animales al hombre.

Animales y hombres convivimos desde la prehistoria con vacas, ovejas, cerdos, gatos, ratones, animales y aves salvajes. Al principio a la orilla de lagos, ríos y océanos; después en pueblos y ciudades compartiendo habitáculos y mercadillos insalubres junto a animales, lo que explica las grandes pandemias de la humanidad.

Yersen Nikanorovich (1.884-1965) cifra en más de 400 enfermedades infecciosas, transmitidas de animales al hombre. Basta mirar el origen de casi todas las pandemias de nuestra historia y ver a Asia y África; con la pobreza y mercados tradicionales de la zona para buscar el origen de cualquier enfermedad infecciosa transmitida de animales al hombre por la falta de control sanitario en la comercialización de animales contaminados.

Los investigadores tratan de identificar el origen de la actual pandemia y el murciélago de herradura grande y el pangolín colicorto se encuentran entre los posibles hospedadores, y su comienzo en Wuhan (China) y su propagación a todo el mundo, a causa del bloqueo del gobierno chino y no controlar las fronteras, fueron determinantes.

El SARS-COV-2 (Síndrome Agudo Respiratorio Severo), es el coronavirus causante de la actual pandemia. Así llamado por la corona de espículas con los que atacan a las células, que se propaga a través de gotículas respiratorias y aerosoles. Conocemos a siete coronavirus y llevan con nosotros más de cien años. Son virus ARN monocatenarios , como los de la gripe, el del Ébola, el sarampión y la rabia, entre otros.

Su capacidad de mutar con gran facilidad le hace seguir evolucionando y aumentar su toxicidad como vimos con la gripe de 1.968 en Hong Kong que acabó con más de un millón de los fallecimientos, la gripe de 2.003, el SARS (Síndrome Agudo Respiratorio Severo) y en enero de 2.019 la Covid-19; de la que la Organización Mundial de la Salud (OMS), alerta a todos los países y todos hacen caso omiso, hasta que el 11 de marzo de 2.020 declara la enfermedad como pandemia. Olas, rebrotes, cepas nuevas (Británica, Brasileña, India, etc., etc.), no son más que mutaciones del coronavirus y cada vez más contagiosas. De las pandemias sabemos que vuelven a aparecer de forma periódica y hasta que en España no tengamos una inmunidad de grupo o común, no de “rebaño”; adquirida por el 80-90% de la población por contacto con el virus o adquirida por los medicamentos biológicos (que llaman vacunas), que nos están inyectando, no paliaremos de momento la enfermedad.

Los deseos de nuestra vida forman una cadena cuyos eslabones son las esperanzas

 

Prevenir el contagio

Ventilación, distancia, mascarillas en lugares concurridos, pueden evitar el contagio. El confinamiento, la limitación de la movilidad, el cierre de establecimientos públicos no los creo aconsejables porque no evitan el aumento de contagios, limitan derechos y pueden causar ansiedad, depresión, insomnio, estrés, taquicardias, pérdidas de memoria, miopías y aumento de riesgo vascular.

El aislamiento de posibles contagios sí es aconsejable y ya en el Antiguo Testamento de la Biblia, encontramos el número mágico de cuarenta días de aislamiento que Moisés impuso con la lepra, que llegó a Europa hace 40.000 años.

Aunque el origen de la cuarentena deriva de la palabra italiana quaranta giornis, cuando en el siglo XVI, la peste negra azotó Europa en uno de sus brotes desde 1.360-1.914 en la segunda pandemia de peste. La tercera pandemia se produce desde 1.860 a 1.960 hasta que se identifica el bacilo Yersinia pestis. Hoy la cuarentena se ha convertido en quincena, después en decena y por desconocimiento en semana.

Nuestro sistema inmunitario se ve reforzado con la dieta mediterránea, el aceite de oliva, el jamón, los frutos secos, yogurt, la exposición a la luz solar con precaución; así como con la práctica de ejercicio físico de acuerdo con la edad y también manteniendo las relaciones sociales que manteníamos antes de la pandemia.

El complemento alimenticio Equinácea, siempre se ha utilizado para aumentar las defensas naturales, tomando un comprimido al día.

En toda pandemia, intentar ser positivo y evitar las “falsas curaciones”, la información no documentada de la “prensa cautiva” y “medios audiovisuales”, así como no creer en personas que niegan que el virus existe; como el dantesco danés Gotzsche, autor de aquel libro “Medicinas que matan y crimen organizado”, que le descalifican.

Igual que a esos personales populares, “ídolos de barro” que gozan de privilegios que le son negados a personas que a causa de la pandemia no pueden cubrir sus necesidades básicas.

No contar durante la pandemia con veterinarios, farmacéuticos, médicos, enfermería, epidemiólogos, virólogos, psiquiatras, sociólogos y personas documentadas ha conducido a recortar derechos y libertades de los ciudadanos, quebrar la economía de los países y manipular la cifra con ocultación de contagiados, fallecidos con sufrimiento de familiares.

En otro artículo hablaremos del diagnóstico, vacunas y tratamiento de esta enfermedad infecciosa.

Dr. Cordero Martín. Médico. UECA.

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