La alergia al frío, aunque raramente, puede observarse en especial durante la época invernal o en climas fríos, y presenta síntomas característicos que vamos a describir en este artículo, así como su tratamiento.
De la misma manera que ocurre con otros agentes o estímulos físicos (presión, roce, agua, ejercicio físico, calor o luz solar), el frío puede desencadenar reacciones de tipo alérgico que se manifestan en forma de urticaria o reacciones generalizadas (anafilácticas) potencialmente graves.
La urticaria por frío (o urticaria a frigore) es un trastorno infrecuente y -aunque puede suceder a cualquier edad- se observa, fundamentalmente, en adultos jóvenes de ambos sexos, a menudo alérgicos. En la mayoría de los casos es un padecimiento autolimitado, pero crónico, remitiendo, a menudo, en años, aunque algunas formas atípicas raras (urticaria familiar por frío) pueden iniciarse antes y durar toda la vida.
La alergia al frío se desencadena por el contacto de la piel con objetos sólidos, líquidos o aire frío.
¿Puede el frío causar realmente alergia?
Aunque no es un verdadero alérgeno, el frío puede provocar reacciones de tipo alérgico promoviendo la activación y degranulación de unas células localizadas en la piel y otros tejidos corporales, llamadas mastocitos, e induciendo la liberación de histamina y otros medidores contenidos en los gránulos de estas células, que serían los responsables del desencadenamiento de la sintomatología de la reacción (picor, habones, disminución de la tensión arterial, dificultad respiratoria, etc.). Realmente no es una auténtica reacción alérgica, en sentido estricto, aunque es posible que en la activación de los mastocitos por el frío participe, de algún modo, el anticuerpo responsable de la alergia o inmunoglobulina E.
La mayoría de las veces el origen de la urticaria por frío es desconocido (idiopática o esencial) y, de hecho, en muchas ocasiones, la urticaria es un trastorno primario sin que exista ninguna enfermedad asociada. Sin embargo, a veces es una manifestación de una enfermedad subyacente (urticaria a frigore secundaria), como infecciones (especialmente víricas, como la mononucleosis, la hepatitis o el HIV), enfermedades autoinmunes, tumores (leucemia, etc) o enfermedades hematológicas, como la crioglobulinemia (entidad caracterizada por la precipitación de las proteínas del suero a temperaturas bajas, lo que impide que la sangre circule correctamente por los vasos sanguíneos, causando daño en diversos órganos).
En ocasiones, además del frío, es necesario que exista otro estímulo físico asociado para que se desencadene la urticaria, como, por ejemplo, el rascado o roce (dermografismo dependiente del frío) o el ejercicio físico (urticaria colinérgica inducida por frío). Raramente puede ser, por último, expresión de un padecimiento heredofamiliar o ser de tipo retardado.
¿Qué síntomas provoca la alergia al frío?
Dependiendo del grado de exposición al frío las reacciones alérgicas pueden ser diferentes y de mayor o menor gravedad.
Síntomas de la alergia al frío por exposición o contacto
Las reacciones alérgicas por el frío suelen ser circunscritas y se presentan, en las zonas de exposición o contacto, en forma de ronchas o habones (urticaria) e hinchazón (angioedema) localizados en:
- manos (al coger objetos fríos)
- cara (exposición al frío ambiental)
- labios o boca (ingestión de bebidas o alimentos fríos)
En el caso de localizarse en la boca puede provocar también – aunque con escasa frecuencia- inflamación de la lengua, la garganta o la glotis, dificultando la deglución y la respiración.
Síntomas de la alergia al frío por contacto extenso
A veces -si el contacto es más extenso, como sucede al sumergirse o bañarse en aguas frías, la temperatura es más baja o la exposición más prolongada- la reacción alérgica puede ser generalizada y manifestarse como urticaria difusa o reacción sistémica (anafilaxia), que, en su forma más grave, se expresa en forma de shock anafiláctico, cuadro que puede resultar mortal por sí mismo o como consecuencia del ahogamiento que podrían sufrir estos pacientes debido a la pérdida de conciencia (desmayo o síncope) que acompaña a estas reacciones.
¿Cómo se confirma el diagnóstico de la urticaria por frío?
El diagnóstico se orienta mediante el interrogatorio que se realiza en la historia clínica del paciente que sufre urticaria (habitualmente crónica o recurrente), en el que se suscita la sospecha del desencadenamiento de las lesiones cutáneas por la exposición o contacto con el frío, lo que a menudo es, de hecho, sospechado por el propio paciente.
La prueba del cubito de hielo
La confirmación del diagnóstico se hace mediante la prueba del cubito de hielo, que consiste en aplicar, durante unos minutos, un cubito de hielo envuelto en plástico, sobre la piel del antebrazo, lo que desencadena la aparición de un habón típico, de manera inmediata, en la zona de contacto con el hielo. Se puede utilizar, también, un dispositivo diagnóstico (Tem-Test ®) que permite establecer la temperatura umbral que desencadena el habón. En algunas formas atípicas, como la urticaria retardada por frío, la prueba del cubito de hielo puede resultar negativa.
Recomendación de una analítica general
Como en otras urticarias, especialmente si existen sospechas de una posible enfermedad asociada, es conveniente hacer una analítica general, incluido hemograma, bioquímica, estudio de autoinmunidad (ANA, Factor Reumatoide), serología de virus, parásitos, proteinograma, estudio de inmunoglobulinas, crioproteínas (crioglobulinas), etc.
¿Y cuál es el tratamiento de la alergia al frío?
Una vez diagnosticada la urticaria por frío es muy importante saber cómo prevenirla y cómo tratarla para evitar reacciones más extremas.
La prevención
En esta forma de urticaria, la prevención de la exposición al frío es la principal medida terapéutica, especialmente la evitación de la inmersión o baño en aguas frías. En estas circunstancias es conveniente introducir primero una parte del cuerpo (mano, por ejemplo) y observar si hay algún tipo de reacción, y, además, es recomendable bañarse siempre acompañado. Es importante protegerse bien del frío ambiental arropándose de forma adecuada (guantes, gorros, bufandas…) y evitar el contacto con substancias frías, así como la ingesta de bebidas o alimentos fríos.
Se debe avisar del problema en caso de cirugía (por la baja temperatura que puede haber en el quirófano), y también si se va a recibir algún medicamento que necesite conservarse en nevera (como fármacos biológicos, vacunas o ciertos fluidos intravenosos), para tomar las precauciones debidas con el fin evitar posibles reacciones anafilácticas.
El tratamiento farmacológico
El principal tratamiento farmacológico son los antihistamínicos (ebastina, rupatadina, cetiricina, loratadina, etc.) que pueden emplearse de manera preventiva (antes de exponerse al frío) o como tratamiento sintomático a demanda, en caso de síntomas alérgicos agudos, o de manera regular si el paciente presentara con frecuencia urticaria (por ejemplo, durante el invierno), ya que la evitación de la explosión al frío ambiental no resulta siempre viable en muchos casos. Si el paciente no respondiera a estos medicamentos (cuya dosis puede aumentarse) podría ser preciso utilizar otros medicamentos como antileucotrienos, corticoides, o fármacos bilógicos, como el omalizumab (Anticuerpo anti-Inmunoglobulina E).
Es aconsejable que estos pacientes -especialmente los que tiene antecedentes de reacciones sistémicas y una frecuente e inevitable exposición al frío- dispongan de un autoinyector de adrenalina para poder autoadministrarse en caso de reacción anafiláctica o síntomas alérgicos generalizados (mareo, dificultad respiratoria, dolor abdominal, náuseas, etc.).
Dr. MANUEL DE BARRIO. Médico Alergólogo. UECA.