Los insectos pueden provocar, en algunas personas sensibles, reacciones alérgicas que pueden ser graves y alterar considerablemente la calidad de vida de los pacientes. Estas reacciones se conocen desde hace muchos años; así, ya en los jeroglíficos de la tumba del faraón Menes se reflejaba su muerte causada por una picadura de avispa.
¿Qué insectos pueden provocar reacciones alérgicas?
Los más importantes son los himenópteros (abejas y avispas) que son insectos con alas membranosas y que tiene una organización social compleja. Otros insectos, como mosquitos, pulgas, tábanos, procesionaria del pino, garrapatas y arañas, pueden producir también reacciones alérgicas, pero más frecuentemente reacciones no alérgicas locales de pequeño tamaño. El número de picaduras aumenta durante los meses cálidos, en la época de floración de las plantas (primavera-verano), cuando los insectos están activos y se hace mas vida al aire libre.
Las reacciones alérgicas a avispas y abejas constituyen un serio problema médico. Un porcentaje estimable de la población está sensibilizada al veneno de himenópteros y en el caso de los apicultores la proporción es mayor. En torno al 3% de los adultos y el 1% de los niños pueden padecer reacciones alérgicas generales y, en el medio rural, el riesgo es más alto debido a la mayor exposición. No hay datos fiables sobre mortalidad, pero probablemente sea mayor de la supuesta (5-20 muertes anuales en España) ya que algunos casos de muerte súbita podrían deberse a esta alergia.
Los himenópteros más problemáticos son los ápidos y los véspidos. Los véspidos o avispas más importantes son los géneros Vespa (avispones), y, fundamentalmente Vespula y Polistes, aunque en los últimos años está adquiriendo cierta relevancia la avispa asiática (vespa velutina). Los Polistes son las avispas que construyen sus nidos en huecos de tejados y en las ramas de los árboles; en climas calurosos (Sureste de España), están presentes en primavera-verano en charcas y piscinas, donde las picaduras son frecuentísimas. La otra avispa predominante en España (fundamentalmente en el Noroeste) es la Vespula germanica, denominada vulgarmente terrizo porque forma colmenas o nidos bajo tierra; es más agresiva y suele aparecer en Agosto, resistiendo mejor las inclemencias climatológicas por lo que sobrevive hasta principios de invierno. Los géneros de ápidos más importantes son los abejorros (Bombus) y sobre todo las abejas de la miel (Apis mellifera), que pican cuando se las provoca. El aguijón de las abejas es aserrado, como si fuera un arpón, por lo que se queda clavado en la piel, desprendiéndose del abdomen con las vísceras y muriendo el insecto a continuación. El aguijón de las avispas es liso y no se queda insertado en la piel, por lo que pueden picar a una misma persona varias veces.
¿Qué tipos de reacciones y qué síntomas provoca la alergia?
Las reacciones que pueden provocar los insectos se clasifican en dos grupos: alérgicas y no alérgicas.
Las reacciones no alérgicas son la respuesta del organismo a los componentes farmacológicos y enzimáticos del veneno. Aparecen a las 24-48 horas de la picadura y se manifiestan como inflamación local circunscrita (inferior a 10 cm) y dolor, aunque puede extenderse provocando inflamación del tejido celular subcutáneo (celulitis).
Las alérgicas pueden ser:
Reacciones locales: Se manifiestan con hinchazón (superior a 10 cm), picor y dolor en la zona de picadura. No son graves y, en estos pacientes, nuevas picaduras suelen producir reacciones mas intensas pero raramente reacciones sistémicas.
Reacciones sistémicas: Los síntomas se manifiestan de manera generalizada y pueden ser cutáneos (urticaria-angioedema) o pueden asociarse otros síntomas como tos, dificultad respiratoria, vómitos, incontinencia urinaria, mareo, colapso circulatorio-shock, etc. Aunque menos frecuentes, pueden ser graves y potencialmente mortales. Por tanto, el conocimiento y correcto diagnóstico de estas reacciones es muy importante ya que, además, el tratamiento con vacunas es muy eficaz, lográndose la curación en casi la totalidad de los pacientes.
Entre los factores de riesgo que determinan la gravedad de una reacción se incluyen: la cantidad de veneno inoculado (número de picaduras), la edad del paciente, la gravedad de la reacción previa, el tipo de insecto (peor las abejas) y el padecimiento de otras enfermedades como patología cardiovascular o mastocitosis (grupo de enfermedades caracterizado por la presencia de un número elevado de mastocitos en uno o varios tejidos del organismo). La probabilidad de sufrir una nueva reacción ante otra picadura es menor cuando se ha padecido sólo urticaria, que cuando la picadura previa cursó con síntomas de broncoespasmo (asma) o shock.
Cualquier persona que presente una reacción generalizada o local extensa tras una picadura de abeja o avispa, debe consultar con el especialista para realizar estudio alergológico e instaurar el tratamiento más conveniente.
¿Cuál es el mecanismo responsable de la alergia?
Como sucede en otros tipos de reacciones de hipersensibilidad, en la alergia a insectos actúa el sistema inmunitario o defensivo del organismo mediante la generación de una respuesta exagerada (patológica) de hipersensibilidad inmediata o anafiláctica mediada por anticuerpos Ig E frente al veneno de los himenópteros. Estos anticuerpos se forman (sensibilización) como consecuencia de una picadura previa del insecto, y, tras una nueva picadura, las proteínas del veneno se unen a los anticuerpos desencadenando la desgranulación de mastocitos y basófilos y la liberación de histamina, triptasa y otros mediadores responsables de los síntomas (picor, eritema, broncoespasmo, vasodilatación, etc.) de la reacción alérgica.
Diagnóstico.
El diagnóstico se basa en la historia clínica y en el estudio de hipersensibilidad frente al veneno, lo que puede realizarse por pruebas alérgicas cutáneas y/o determinación de Ig E específica mediante análisis de sangre. En pacientes con historia de reacciones graves (fundamentalmente si cursan con hipotensión) deben analizarse los niveles basales de triptasa, para descartar mastocitosis subyacente, debido al peor pronóstico que podría conllevar esta enfermedad asociada.
En la anamnesis (interrogatorio), además de los síntomas, deben recogerse todos los detalles en torno a la picadura que desencadenó la reacción, como: tipo de insecto que cree el paciente que le picó, actividad que estaba realizando, época del año y lugar donde ocurrió, si el aguijón se quedó clavado en la piel, etc., con el fin de identificar con seguridad cual fue el himenóptero que picó al paciente, ya que en ocasiones las pruebas alérgicas no permiten determinar con absoluta claridad cual pudo ser el insecto responsable de la reacción, lo que será esencial para establecer la composición de la vacuna que debe prescribirse para el tratamiento de la alergia. Además debe interrogarse sobre el estilo de vida (tipo de trabajo, riesgo de exposición, accesibilidad a Hospital o Centro Médico, calidad de vida por el antecedente de picadura, etc.), lo que podría condicionar la toma de decisiones terapéuticas.
Tratamiento.
Las reacciones locales se tratan mediante aplicación de frío local, antihistamínicos y corticoides tópicos o sistémicos.
El tratamiento esencial de las reacciones sistémicas es la adrenalina, especialmente en reacciones moderadas y graves. Si una persona ha sufrido una reacción sistémica, conviene que lleve siempre adrenalina autoinyectable en jeringa precargada (Jext®, Altellus®, Anapen®), para poder autoadministrarse en caso de sufrir una picadura. Además, como tratamiento de segunda línea, pueden administrase antihistamínicos y corticoides, siendo los últimos (Urbason®, por ejemplo) eficaces en la prevención de reacciones anafilácticas tardías, pero no son útiles para el manejo de la reacción aguda. En caso de picadura, el paciente alérgico deberá trasladarse inmediatamente, una vez administrado el tratamiento de emergencia, al Centro Médico más cercano.
¿Cómo se puede prevenir la reacción alérgica?
Como en otros campos de la medicina, en esta enfermedad es mejor también prevenir que curar. Deben considerarse 2 aspectos diferentes desde el punto de vista preventivo. Por un lado las medidas encaminadas a evitar las picaduras y por otro el tratamiento orientado a impedir el desarrollo de la reacción en caso de sufrir una nueva picadura.
Para reducir el riesgo de picadura deben cumplirse los siguientes CONSEJOS:
- Actuar con precaución en excursiones campestres, al practicar camping o cualquier otra actividad al aire libre, especialmente en proximidad de frutales, flores, colmenas, basura o piscinas.
- Calzar siempre zapatos en exteriores.
- Emplear ropa que cubra la mayor parte del cuerpo. No utilizar ropas sueltas por las que puedan penetrar insectos o de colores vivos, brillantes o con flores. Vestir ropas de colores discretos. Sacudir la ropa antes de usarla, cuando haya estado al aire libre.
- Evitar perfumes, lociones, cosméticos, o cualquier producto de olor intenso.
- No manipular frutas o comidas ni dejar alimentos al aire libre y tapar bien los recipientes de basura.
- Antes de entrar en un vehículo comprobar que no haya insectos y mantener cerradas las ventanillas. Conviene llevar un spray insecticida. Si entra uno de estos insectos, debe detenerse el vehículo, bajar del coche, pulverizar dentro con el insecticida, cerrar el coche y asegurarse que el insecto ha muerto o huido antes de reanudar el viaje.
- Tened especial cuidado si se va en bicicleta, moto o en coche descapotable: los insectos pueden chocar contra el paciente y picarle
- No hacer movimientos rápidos o bruscos ante los insectos. La mayoría no pican a no ser que sean provocados.
- Todos los nidos y colmenas de la vecindad deben ser eliminados por un desinsectador profesional
- No confiar en los productos repelentes de insectos, aunque sea aconseje utilizarlos.
Por otra parte, para evitar el desencadenamiento de reacción alérgica ante una nueva picadura, el paciente deberá vacunarse con el veneno del himenóptero al que sea alérgico. La inmunoterapia específica o vacuna está indicada en adultos que sufran reacción sistémica de cualquier tipo o reacciones locales graves que no puedan evitar la exposición y alteren la calidad de vida, y en niños con reacciones sistémicas moderadas o graves. Su eficacia está claramente demostrada y se administra mediante inyecciones periódicas en el antebrazo durante 3-5 años, tras los cuales más del 90% de los pacientes toleran la picadura del insecto sin reacción alguna. El efecto terapéutico es duradero y, además, la vacuna tranquiliza al paciente (y a su entorno) mejorando su calidad de vida. El alergólogo deberá valorar, hablando con el paciente, si en un caso concreto está indicado o no vacunarse y durante cuánto tiempo hacerlo.
Para más información: Alergia a avispas y abejas (Portal SEAIC).
Dr. MANUEL DE BARRIO. Médico Alergólogo. UECA.