Todas las gasolinas cambian de nombre: adiós a la 95, la 98 y el diésel

Todas las gasolinas cambian de nombre: adiós a la 95, la 98 y el diésel


A partir de octubre, cada combustible llevará un símbolo que la identifique para que el conductor se provea del carburante apropiado para su vehículo. Los fabricantes también habrán de incorporar las etiquetas.

Ya existían etiquetas para identificar las prestaciones de un neumático o clasificar los vehículos en función de su eficiencia energética. A toda esta ristra de precintos pronto vendrán a sumarse otros que ayudarán al consumidor a discernir entre los muchos tipos de combustible que hay en el mercado.

A partir del 12 de octubre de este año entrará en vigor una norma de etiquetado de los combustibles en toda la UE, que se aplicará también en Islandia, Liechtenstein, Noruega, Macedonia, Serbia, Suiza y Turquía. 

«Esto no es nada del otro mundo. Al principio había gasolina con y sin plomo, luego vinieron la súper y la normal, la de 95 y la de 98. Al final, siempre acabamos acostumbrándonos», dice Pedro Jiménez, trabajador de una estación de servicio al norte de Madrid, que lleva 28 años proveyendo de combustible a los conductores.

Optar entre gasolina y diésel es una disyuntiva propia de años pasados. Ahora hay un amplio surtido para llenar el depósito, como corresponde a un mercado en el que han hecho su aparición los vehículos híbridos, los eléctricos, los propulsados por pilas de hidrógeno, los que emplean licuado de petróleo (GLP) o los que funcionan con gas natural comprimido (GNC). Trece etiquetas distintas aluden a los diferentes tipos de combustible.

Cuando llegue este invierno, cualquier vehículo, desde los ciclomotores a los turismos, pasando por los autocares y motos, habrán de incluir los nuevos identificadores. La medida viene determinada por el uso de biocombustibles, aquellos que emplean desechos metabólicos, extraídos del azúcar, el trigo, el maíz o las semillas oleaginosas, para mezclarse con el carburante y reducir así las emisiones de dióxido de carbono.

Los coches que se fabriquen a partir del 12 de octubre las mostrarán en el tapón de llenado.

En cuestión de días, el consumidor habrá de familiarizarse con las nuevas inscripciones. Las gasolinas se identificarán con nombres como E5, E10 o E85; el diésel llevará denominaciones como B7, B10 o XTL y los gases se diversificarán en H2, CNG o LPG. Los coches que se fabriquen a partir de octubre incorporarán obligatoriamente las nuevas etiquetas en el tapón de llenado o la tapa del depósito. También estarán presentes en surtidores y en las bocas de las mangueras, al igual que en los concesionarios.

Así las cosas, cuando los conductores se acerquen a una gasolinera y abran el tapón del depósito de combustible, se encontrarán con un identificador que será visible tanto en el vehículo como en el surtidor, lo que brinda una guía sobre el carburante que es compatible con el coche. La nueva señalización es una herramienta para orientar a los consumidores y de este modo verificar que se ha seleccionado el producto apropiado para el vehículo. «Me parece algo útil, porque aún hay gente que se equivoca y rellena el depósito con gasoil en vez de gasolina, y al revés. Es más habitual de lo que se cree, y ese error puede provocar averías en el motor muy serias, porque se contaminan las bombas y los inyectores», informa Andrés López, empleado de la gasolinera donde trabaja Jiménez.

Vehículos eléctricos

De acuerdo con la normativa, que surge de la transposición de una directiva de la UE, la gasolina irá acompañada de un círculo y el gasóleo se identifica con un cuadrado. Y a todo esto, ¿cómo se han de interpretar las insignias? Si el consumidor se topa con la leyenda E5, habrá de entender que se trata de etanol y que el carburante tiene en su composición un 5% de este alcohol. De la misma manera, el cliente que se encuentre con la inscripción B7 ha de entender que el carburante está dotado de un 7% de biodiésel.

En la actualidad se está preparando una norma para las etiquetas aplicables a los vehículos eléctricos y sus puntos de recarga, aunque por ahora no hay nada concluido. A las autoridades del Reino Unido les toca sopesar ahora si les conviene asumir las nuevas normas una vez que el país está inmerso en el proceso del ‘Brexit’. Eso sí, los vehículos que entren en el país irán equipados con etiquetas, ya que así está previsto que salgan de las fábricas.

En Francia, la gasolina con etanol se vende más que la convencional. El país vecino es el mayor productor europeo de bioetanol, con 12.000 millones de litros anuales, lo que representa el 26% de la producción continental. Los cultivos de cereales y remolacha para este fin abarcan 300.000 hectáreas e involucran a 50.000 agricultores.

A Javier Rodríguez, transportista autónomo, le trae al pairo el cambio de denominación. Lo que le preocupa es el alza de precios de combustible, algo que le está «haciendo polvo». «El otro día reposté en Francia y me salió el litro a 1,54 euros. Siempre evito llenar el depósito fuera de España porque el sablazo es importante. Y lo peor es que yo no puedo repercutir el incremento de precios al servicio», apunta.

Polémica medioambiental

Recurrir a los alimentos para fabricar combustibles es objeto de una agria controversia. Sus detractores alegan que en realidad no reducen tanto como se piensa la emisión de CO2. Es verdad, dicen, que a priori son menos contaminantes desde el momento de su uso, pero, si se tiene en cuenta la cadena completa de producción y la deforestación que conlleva, la factura medioambiental es onerosa. Greenpeace tilda de «insostenibles» los biocombustibles elaborados con palma y soja, dado que comportan la destrucción de «ecosistemas valiosos».

De hecho, la UE ha acordado limitar el uso de biocarburantes que proceden de cultivos alimentarios como la colza, la palma o el trigo por el importante impacto que están teniendo sobre el precio de los alimentos. Por añadidura, los biocombustibles procuran una menor energía que los carburantes fósiles a cantidades iguales. Por todo ello, se necesita mucha más materia prima para igualar los niveles.

Gasolinas

La etiqueta que se utilizará para la gasolina tiene un círculo y en su interior una letra E acompañada de números. La E designa los biocomponentes específicos presentes en la gasolina. Serán la E5, E10 y E85.

Gasóleos

Las de gasóleo estarán formadas por un cuadrado con una letra B acompañada de números. La B designa los componentes específicos del biodiésel presentes en el gasóleo. Estarán las etiquetas B7 y B10. Además, existirá también la XTL, que significa diésel parafínico o sintético, que no deriva del crudo del petróleo.

Gases licuados

Mientras, las etiquetas utilizadas para los combustibles gaseosos serán en forma de rombo, con las letras que designan a cada uno de los combustibles en su interior: H2 (hidrógeno), CNG (gas natural comprimido), LGP (gas licuado del petróleo) y LNG (gas natural licuado).

Vehículos afectados

Todos los nuevos ciclomotores, motocicletas, triciclos, cuatriciclos, turismos, vehículos comerciales ligeros y pesados, autobuses y autocares. En principio, todos los coches anteriores al 12 de octubre no están obligadas a disponer de estas etiquetas.

¿Y en vehículos eléctricos?

Deben tener la nueva etiqueta. Si el vehículo es híbrido, tiene que repostar el combustible apropiado, por eso ha de tener en cuenta el etiquetado. Actualmente, se están diseñando un conjunto de etiquetas similares para los vehículos eléctricos de baterías y su infraestructura de recarga.